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Tavo


Octavio (Tavo pa' los cuates) era el gatito de mis papás, hasta este fin de semana. Personalmente no me gustan los gatos como mascota, aunque tampoco me desagradan como a algunas personas. Pero sí he conocido a varios de ellos y Tavo no era como los demás. Tavo era un gato muy noble, tranquilo y bien portado. No hacía escándalo, no pedía comida a gritos, no lastimaba a nadie aún cuando lo estuvieran molestando. Cuando uno empezaba a jugar con y se enojaba, prefería rasguñar las patas de las sillas que a nosotros, o simplemente irse corriendo.

A Tavo lo trajo mi hermano cuando era un bebé. Era una bolita peluda y juguetona. Pero lo tuvo que dejar cuando cambió de ciudad de residencia. Tavo le lloró muchos meses, porque mi hermano solía subirlo a su cuarto y dormir con él. Cuando se fue, subía a su cuarto y lloraba porque no lo quería dejar entrar. Con el tiempo le empezó a llorar desde abajo, viendo hacia las escaleras. Y después dejó de hacerlo.

Recuerdo que apenas veía alguien o algo extraño y salía huyendo despavorido, era un gato miedoso. Aunque cuando salía a la calle era muy temerario, no le tenía miedo a ningún perro ni mucho menos a ningún gato. Muchas veces llegó de la calle con golpes producto de sus callejerías.

Tavo era todo un galán. A veces se desaparecía por varios días por andar de ojo alegre y cuando llegaba a casa, llegaba flaco, sucio, triste y sin ilusiones. Entonces mis padres se dedicaban a bañarlo, alimentarlo y consentirlo.

Tavo vivió casi ocho años en casa de mis padres, cosa que ni yo ni mis hermanos hemos hecho. El vivió con ellos más que todos nosotros. Por eso es que mis padres están muy tristes. Porque Tavo murió el día de ayer. Según el veterinario tenía cancer en la boca. Ya tenía semanas de estar muy triste y flaco, casi no comía y ya casi no maullaba. Mi papá lo llevó al veterinario y lo tuvieron internado, con suero y medicinas. Se recuperó un poco por unas semanas, engordó un poco. Pero fueron sus últimos días.

La semana pasada recayó y estuvo muy malo, mis padres ya no lo dejaban entrar a la casa porque incluso ya olía muy mal. El viernes en la noche insistió mucho en entrar a la casa y lo dejaron entrar. Tavo se estuvo restregando en mi papá y el lo acariciaba. Se estaba despidiendo. Esa noche mi hermano decidió sacrificarlo al otro día. Pero ya no fue necesario. Tavo amaneció muerto en su rincón favorito del patio.

Mis padres están muy tristes y yo no puedo evitar estarlo. Después de todo Tavo fue uno más de la familia y ahora cuando volteo a sus lugares favoritos, Tavo hace falta en la casa. Lo extrañamos.

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