Es raro, pero me han dado ganas de volver a escribir en mi blog, como en los viejos tiempos, cuando significaba un desahogo indispensable para mi. Entro a la vieja dirección y todo es diferente, ya nada funciona como lo recuerdo. Pero ahí está, el espacio en blanco que tantas veces sedujo a mi escritor interno en los últimos 3 o 4 años. Ahora, la pregunta... ¿qué escribo?
De hecho, siento tanta flojera al momento de escribir estas líneas. Ya no es lo que era antes, una catarsis, un desahogo más allá de mi comprensión. Es raro, pero nunca he dejado de escribir, al menos en mi cabeza, cuando estoy viviendo algo, lo describo, lo imagino, lo revivo y es algo muy puro. Sin embargo, las palabras parecen ya no tener el mismo efecto, parecen ya no corresponderse como antes con los pensamientos, parecen ya no tener el mismo valor que antes, cuando escribía más seguido.
Pero... lo haré, escribiré y solo por el hecho de terminar algo que he comenzado y que no me gustaría dejar de lado. Escribiré sobre el día que comenzaron mis vacaciones de diciembre.
La cosa es que viviendo en el DF desde hace un año y medio, ya tenía prácticamente 2 años que no venía a casa de mis papás en Cd. Valles. Ese día tuve que viajar a Querétaro para atender una emergencia que surgió en una industria a la que le damos servicio en la empresa donde trabajo. Así que cuando terminé con eso tomé la carretera y comencé a subir rumbo a la Sierra Gorda de Querétaro con mi compañera de viajes (de todos los tipos de viajes conocidos).
Mientras ascendíamos me di cuenta de lo extraño que se me hacía estar nuevamente en la carretera, de alguna manera mi elemento natural por tantos años. Pero no me he vuelto citadino por completo, y disfruté bastante el viaje. Cuando veníamos bajando ya por la huasteca potosina, pude aspirar al fin el aroma tan conocido: aroma a río, aire cálido, melaza, humo, polvo, tierra mojada y tizne. Tantos recuerdos de tantos días felices por esas tierras.
Al fin llegamos a casa de mis padres y me sentí muy bien, llevamos ya 6 días aquí y pasamos Nochebuena y Navidad. Nos iremos el 30 a San Luis. Los rumores de balazos y enfrentamientos no nos permiten ir a Tampico, a donde me encantaría saludar a mis amigos. Pero estoy muy contento y hasta ganas de escribir me dieron. :) Quizás lo siga haciendo alguno que otro que día. Quizás recupere el estilo y la constancia en estos días de Facebook y Twitter (los cuales cada vez me dan más flojera).
De hecho, siento tanta flojera al momento de escribir estas líneas. Ya no es lo que era antes, una catarsis, un desahogo más allá de mi comprensión. Es raro, pero nunca he dejado de escribir, al menos en mi cabeza, cuando estoy viviendo algo, lo describo, lo imagino, lo revivo y es algo muy puro. Sin embargo, las palabras parecen ya no tener el mismo efecto, parecen ya no corresponderse como antes con los pensamientos, parecen ya no tener el mismo valor que antes, cuando escribía más seguido.
Pero... lo haré, escribiré y solo por el hecho de terminar algo que he comenzado y que no me gustaría dejar de lado. Escribiré sobre el día que comenzaron mis vacaciones de diciembre.
La cosa es que viviendo en el DF desde hace un año y medio, ya tenía prácticamente 2 años que no venía a casa de mis papás en Cd. Valles. Ese día tuve que viajar a Querétaro para atender una emergencia que surgió en una industria a la que le damos servicio en la empresa donde trabajo. Así que cuando terminé con eso tomé la carretera y comencé a subir rumbo a la Sierra Gorda de Querétaro con mi compañera de viajes (de todos los tipos de viajes conocidos).
Mientras ascendíamos me di cuenta de lo extraño que se me hacía estar nuevamente en la carretera, de alguna manera mi elemento natural por tantos años. Pero no me he vuelto citadino por completo, y disfruté bastante el viaje. Cuando veníamos bajando ya por la huasteca potosina, pude aspirar al fin el aroma tan conocido: aroma a río, aire cálido, melaza, humo, polvo, tierra mojada y tizne. Tantos recuerdos de tantos días felices por esas tierras.
Al fin llegamos a casa de mis padres y me sentí muy bien, llevamos ya 6 días aquí y pasamos Nochebuena y Navidad. Nos iremos el 30 a San Luis. Los rumores de balazos y enfrentamientos no nos permiten ir a Tampico, a donde me encantaría saludar a mis amigos. Pero estoy muy contento y hasta ganas de escribir me dieron. :) Quizás lo siga haciendo alguno que otro que día. Quizás recupere el estilo y la constancia en estos días de Facebook y Twitter (los cuales cada vez me dan más flojera).
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