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El destino de las revoluciones


El destino de las revoluciones es convertirse en su opuesto. Las revoluciones acaban siempre traicionadas por una razón sencilla: por la renuncia de los ciudadanos a participar […] La enfermedad mortal de las democracias es la renuncia del ciudadano a participar. Los primeros responsables somos nosotros al delegar el poder en otra persona que, a partir de ese momento, pasa a controlarlo y usarlo[…]❞.

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