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Tantas cosas que decir..

..que las palabras se agolpan y se dan de codazos unas a otras. Tanto que contar, tanto que explicar. El viernes me encontré otra vez con la carretera. Manejar siempre me permite pensar, aclarar mi mente, echar a volar mis pensamientos.. ese viejo camino que va de Tampico a Valles, tantas veces recorrido.. Sólo él, mi troca, mis viejos cassetes (sí, todavía mi estéreo es de cassetes) y yo. Una vez más mi troca demostró ser mi mejor y más fiel amiga. Más de un mes sin vernos y al primer llavazo respondió, dispuesta a enfrentar conmigo a la carretera. Sólo mi troca, el camino, Cold, Sinner, Metallica, mis pensamientos.. y yo.

Después de la (porque no decirlo) terrible depresión en que caí, me quedaron muchas de esas palabras y pensamientos pegados como lapas a mis sentimientos y a mis dedos y ahora salen atropellándose queriendo plasmarse todas de golpe.

Ese día fue la graduación de mi hermano y por primera vez en mucho tiempo, estuvimos los cinco de mi familia juntos. Todos con sus propios problemas y alegrías, con sus anhelos, fantasías y con sus propias preocupaciones y tristezas. Pero ahí estábamos con mi hermano, festejando su salida de la escuela y también nuestro reencuentro como familia.

Al otro día asamos carne, hicimos frijoles.. una comida casera. Después mi papá y yo estuvimos escuchando Jazz.. y a Chicago. Después fuimos a comprar un disco duro (yo y mi trauma con los discos duros) y terminamos con un amigo de él en un restaurant donde aprendí a tocar la jarana. Por la noche volvimos y en la parte de arriba del restaurant escuchamos a los Monroy Blues, una banda de buen blues y rock. Y en ese proceso y simbiósis entre la música huasteca y el blues, mis pensamientos siguieron mezclándose, revolviéndose y retorciéndose sin tomar ninguna forma.. y hasta ahorita no lo hacen, sólo escribo describiendo cosas y momentos, tratando de desbandar las palabras y de hacerlas un sólo cuerpo..

Hoy nuevamente tomé la carretera, esa vieja carretera otra vez, esta vez de noche. Estoy en mi casa al fin.. en Tampico ya, el cielo truena y se queja del calor que ha estado haciendo y sopla para refrescar la tierra. Las pequeñas gotas empiezan a caer con un suave murmullo. La lluvia de nuevo, amenazando con cubrirlo todo con su laxo y a la vez poderoso ser.

Los truenos se vuelven uno sólo, largo como el suspiro de un gigante dormido que empieza a despertar. Los rayos iluminan todo, regalando una visión de las cosas obscuras que hay en la ciudad. El murmullo es ahora un lamento, un lamento líquido, fresco, casi tangible. Ahora el eco trae sonido de charcos. Ya la lluvia es un ente con vida propia, que vuelve a cubrirlo todo, a doblegarlo todo, a sublimarlo todo.

Mis pensamientos se mojan, danzan en la lluvia y en la oscuridad. Mi alma se reconforta con la salida aunque sea a pedazos de las palabras que estaban adormecidas por la rutina, pero que tarde o temprano despertarían y explotarían. Ahora salen ya más mansas y ordenadas.

Aún hay tantas cosas que decir, que explicar.. pero ahora, me dedicaré a disfrutar la lluvia, a dejarme doblegar por su hálito de nostalgia...

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