Y ASÍ REMAMOS NUESTROS BOTES CONTRA LA CORRIENTE, AVANZAMOS INCESANTEMENTE HACIA EL PASADO.”F. SCOTT FITZGERALD
Bueno, algún día lo tenía que hacer. Exorcizar esos demonios como dice García Márquez. Entonces publiqué un pequeño relato que hice hace casi dos años en una tarde triste y solitaria. No es gran cosa, solamente se trata de la descripción de aquella tarde, pero tiene algo que me gusta y es que en realidad pasó, y cuando lo estaba viviendo puse mucha atención a los detalles, utilicé los 5 sentidos, aspiré, toqué, escuché, degusté y sobre todo observé muy bien lo que pasaba a mi alrededor y creo que eso es lo especial que tiene este relato, que traté de describir muy bien el sentimiento por el que estaba pasando. Repito, no es gran cosa, pero es algo, es un comienzo.
5 de agosto, 2008: Parece que el servidor donde lo publiqué no responde, no se si temporal o permanentemente. Así que lo transcribo aquí.
Una tarde triste en Tuxtla
Miércoles 15 de junio de 2005. 7:00 PM. Nada en la TV. Nada que hacer. Bueno, estudiar para mi examen, hacer el aseo, recoger mi ropa. Tal vez incluso hablar por teléfono con alguien. ¿Por qué no?, tengo muchos amigos.
Repito en mi mente, nada que hacer. En el canal 10 hay un programa del parque de la marimba. La orquesta tocando, la gente bailando, todo se ve muy bien. Me gustaría estar ahí. Decido salir a caminar, no es el parque pero la colonia donde vivo es bonita.
Tomo mis llaves, le escribo un mensaje a Ana donde le digo que estoy triste y salgo de mi casa. Camino por la calle Paris, hacia el sol poniente. Llego al boulevard La Salle y doy vuelta a la izquierda. A mi derecha el sol rojo casi se pone y las nubes se iluminan en muchos colores. Azul, violeta, naranja, amarillo, gris, blanco. Contra ellas se recorta un flamboyán luciendo sus flores de color rojo brillante. Sigo caminando y el viento me golpea con su hálito de nostalgia. Llego a donde estaba la tienda del “Jero”. Ahí fumé mis primeros cigarrillos. Ahora es un video. Ya no significa nada para mí.
Recibo la contestación de Ana con entusiasmo, solo para ver que me contesta con cierta simpleza. Borro el mensaje mientras avanzo. Llego a la calle Versalles. Cuántos recuerdos. A la izquierda, a lo lejos, observo el canal que divide la segunda de la tercera sección del fraccionamiento.
Continúo avanzando por el boulevard que se prolonga hasta una pendiente algo pronunciada. Llego a la cale Cannes y doy vuelta a la izquierda. Cruzo dos calles y llego al canal. Lo cruzo también por un pequeño puente y doy vuelta a la izquierda. Avanzo unos metros y vuelvo a cruzar el canal en dirección opuesta. Doy vuelta a la derecha y llego a la Versalles. El viejo lugar de reunión. Me siento en el canal deseando tener un cigarro. De pronto lo recuerdo, ya no fumo.
Alrededor la gente se ve feliz, ocupada. Algunos lavan sus autos, otros barren, otros pasean. Los niños juegan, los novios ríen, los chavos platican. Todo es como siempre, nada ha cambiado. Pero todo es diferente. Yo soy el que está fuera de lugar. Yo vivo la fantasía de que ahora es 7 años atrás. A mi lado, el viejo árbol de mango, tan nuevo con sus hojas verdes. Detrás de mí, el agua corre por el viejo canal, limpia y diáfana.
Deseo que vinieran mis amigos. Como antes, a esta hora llegaban. Orozco, “Rata”, Zambra, “Chile”, mi hermano Mauricio, Benja, Derlin, Domingo, Candy, Cristina. Hasta si viniera Miguel me sentiría contento. El único que llega es el viento, con su olor a recuerdos. El viento suave, como arrastrando la melancolía, como envolviéndome en nostalgia pura. No se cuánto tiempo estoy ahí, sentado sin hacer nada. Recordando.
Finalmente me levanto y camino una vez más al poniente. Paso por la casa de mi cuate “Rata”. Reprimo el impulso de tocar su timbre. Debe estar ocupado. Trabajando. Haciendo sus cosas interesantes. Sigo caminando. Me pasa lo mismo en la casa de Cristina. Llego al boulevard y doy vuelta a la derecha. Veo dos negocios nuevos, una escuela para niños que no estaba. Todo es felicidad. Escucho risas, música, pájaros, autos pasando. Yo soy el que está fuera de lugar. Camino con mi mano izquierda en el bolsillo como si no hubieran pasado 7 años. Mis jeans son más ajustados, mi playera es más corta y más formal. Pero yo me siento como de 18 años. Solamente falta el cigarro en la mano derecha.
Un mensaje de Ana me devuelve a la realidad. Guardo el teléfono. Llego otra vez al video nuevo. Paso por el ciber, no tan nuevo. Veo las nubes a mi izquierda, ahora todas grises sobre el cielo amarillento con los últimos rayos del sol. El flamboyán aun orgulloso con sus flores. Llego a la calle Paris y doy vuelta a la derecha.
Llego a mi casa. Oscura, vacía, solitaria. Abro, enciendo la luz y el ventilador. Voy por un vaso con agua. Tomo el rollo de papel para escribir. Lo extiendo y comienzo a reconstruir todo. Tengo que ver mi teléfono para saber la fecha y el año. Hace tres párrafos recibí llamada de Ana, pero no le contesté.
Voy terminando. Veo hacia la ventana, la calle vacía y triste. Aquí no estoy fuera de lugar. Estoy tristemente en mi propio mundo. Decido ir al ciber a bajar una información. Debo continuar con mi vida. Espero que cuando salga, el viento no lleve hacia mí el olor de los recuerdos.
Debo estudiar, pero no puedo. Necesito a mi Ana, a mis papás, a mis amigos. Descuelgo el teléfono para ver si tengo mensajes. Sonrío tristemente, vana esperanza. 8:45 PM. Debo estudiar. Debo continuar mi vida.
5 de agosto, 2008: Parece que el servidor donde lo publiqué no responde, no se si temporal o permanentemente. Así que lo transcribo aquí.
Una tarde triste en Tuxtla
Miércoles 15 de junio de 2005. 7:00 PM. Nada en la TV. Nada que hacer. Bueno, estudiar para mi examen, hacer el aseo, recoger mi ropa. Tal vez incluso hablar por teléfono con alguien. ¿Por qué no?, tengo muchos amigos.
Repito en mi mente, nada que hacer. En el canal 10 hay un programa del parque de la marimba. La orquesta tocando, la gente bailando, todo se ve muy bien. Me gustaría estar ahí. Decido salir a caminar, no es el parque pero la colonia donde vivo es bonita.
Tomo mis llaves, le escribo un mensaje a Ana donde le digo que estoy triste y salgo de mi casa. Camino por la calle Paris, hacia el sol poniente. Llego al boulevard La Salle y doy vuelta a la izquierda. A mi derecha el sol rojo casi se pone y las nubes se iluminan en muchos colores. Azul, violeta, naranja, amarillo, gris, blanco. Contra ellas se recorta un flamboyán luciendo sus flores de color rojo brillante. Sigo caminando y el viento me golpea con su hálito de nostalgia. Llego a donde estaba la tienda del “Jero”. Ahí fumé mis primeros cigarrillos. Ahora es un video. Ya no significa nada para mí.
Recibo la contestación de Ana con entusiasmo, solo para ver que me contesta con cierta simpleza. Borro el mensaje mientras avanzo. Llego a la calle Versalles. Cuántos recuerdos. A la izquierda, a lo lejos, observo el canal que divide la segunda de la tercera sección del fraccionamiento.
Continúo avanzando por el boulevard que se prolonga hasta una pendiente algo pronunciada. Llego a la cale Cannes y doy vuelta a la izquierda. Cruzo dos calles y llego al canal. Lo cruzo también por un pequeño puente y doy vuelta a la izquierda. Avanzo unos metros y vuelvo a cruzar el canal en dirección opuesta. Doy vuelta a la derecha y llego a la Versalles. El viejo lugar de reunión. Me siento en el canal deseando tener un cigarro. De pronto lo recuerdo, ya no fumo.
Alrededor la gente se ve feliz, ocupada. Algunos lavan sus autos, otros barren, otros pasean. Los niños juegan, los novios ríen, los chavos platican. Todo es como siempre, nada ha cambiado. Pero todo es diferente. Yo soy el que está fuera de lugar. Yo vivo la fantasía de que ahora es 7 años atrás. A mi lado, el viejo árbol de mango, tan nuevo con sus hojas verdes. Detrás de mí, el agua corre por el viejo canal, limpia y diáfana.
Deseo que vinieran mis amigos. Como antes, a esta hora llegaban. Orozco, “Rata”, Zambra, “Chile”, mi hermano Mauricio, Benja, Derlin, Domingo, Candy, Cristina. Hasta si viniera Miguel me sentiría contento. El único que llega es el viento, con su olor a recuerdos. El viento suave, como arrastrando la melancolía, como envolviéndome en nostalgia pura. No se cuánto tiempo estoy ahí, sentado sin hacer nada. Recordando.
Finalmente me levanto y camino una vez más al poniente. Paso por la casa de mi cuate “Rata”. Reprimo el impulso de tocar su timbre. Debe estar ocupado. Trabajando. Haciendo sus cosas interesantes. Sigo caminando. Me pasa lo mismo en la casa de Cristina. Llego al boulevard y doy vuelta a la derecha. Veo dos negocios nuevos, una escuela para niños que no estaba. Todo es felicidad. Escucho risas, música, pájaros, autos pasando. Yo soy el que está fuera de lugar. Camino con mi mano izquierda en el bolsillo como si no hubieran pasado 7 años. Mis jeans son más ajustados, mi playera es más corta y más formal. Pero yo me siento como de 18 años. Solamente falta el cigarro en la mano derecha.
Un mensaje de Ana me devuelve a la realidad. Guardo el teléfono. Llego otra vez al video nuevo. Paso por el ciber, no tan nuevo. Veo las nubes a mi izquierda, ahora todas grises sobre el cielo amarillento con los últimos rayos del sol. El flamboyán aun orgulloso con sus flores. Llego a la calle Paris y doy vuelta a la derecha.
Llego a mi casa. Oscura, vacía, solitaria. Abro, enciendo la luz y el ventilador. Voy por un vaso con agua. Tomo el rollo de papel para escribir. Lo extiendo y comienzo a reconstruir todo. Tengo que ver mi teléfono para saber la fecha y el año. Hace tres párrafos recibí llamada de Ana, pero no le contesté.
Voy terminando. Veo hacia la ventana, la calle vacía y triste. Aquí no estoy fuera de lugar. Estoy tristemente en mi propio mundo. Decido ir al ciber a bajar una información. Debo continuar con mi vida. Espero que cuando salga, el viento no lleve hacia mí el olor de los recuerdos.
Debo estudiar, pero no puedo. Necesito a mi Ana, a mis papás, a mis amigos. Descuelgo el teléfono para ver si tengo mensajes. Sonrío tristemente, vana esperanza. 8:45 PM. Debo estudiar. Debo continuar mi vida.
3 Reacciones:
Q bonito, me gusta que escribas, es padre te desahogas y el sentimiento despues de escribir es mmmmmmmmmm de alivio? o al menos te relajas un poco no? cuando veo ese nombre en tu blog -ana- mmmmmm fantaseo que soy yo hahaha, extranio cuando viviamos en el mismo lugar, tu sabes q te extranio y te quiero........
perdon hehe, esque lo envie dos veces, pero bueno........... tu sabes que extranio a mi primo y mi amigo.......... vdd? besitos
Pues, gracias Ana. Y es cierto tú sabes de lo que hablo porque viviste también ahí. Y quiero que sepas que muchos de los recuerdos bonitos que tengo de esa cuadra los relaciono contigo. También te quiero mucho y también extraño esos momentos, aahh tan solo cruzar la calle y visitar a mi persona favorita.. Cuídate.
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